Los días son más fríos; las casas están adornadas con luces, árboles y coronas navideñas ¿Qué mejor que tener a la mano una receta reconfortante para pasar estas fechas?
El atole y sus orígenes
Ya te hemos contado del nixtamal, el proceso de cocer el elote con cal antes de molerlo para hacer la masa de maíz. Los vestigios más antiguos de este datan del 1500 AC, por lo que podemos asumir que el nacimiento atole va de la mano. En tiempos prehispánicos era para los indígenas el desayuno o incluso la única comida del día, y se usaba con fines medicinales y ceremoniales.
Cuenta Fray Bernardino de Sahagún en sus escritos que los indígenas vendían atoles fríos y calientes; con masa de maíz molido o tostado, salados y dulces y hasta con chile y tomate. Poco a poco fue evolucionando esta preparación, por ejemplo, ya que a los españoles les desagradaba en sus formas tradicionales, le añadieron leche de vaca.
En la actualidad
A pesar de que durante los años posteriores a la conquista, el atole era considerado una bebida para las clases pobres, mientras el chocolate era la bebida de elección de las clases altas, en la actualidad el atole reina en nuestra dieta; sabemos que es una bebida que nos da energía, y depende de la zona del país su sabor y usos.
En el norte del país los indígenas pai pai preparan un atole de avellana; en Michoacán, entre sus muchas variedades, hacen un atole con zarzamora silvestre, en la ciudad de México conocemos, entre otros, el atole de chocolate, el atole blanco, que es la base de todos, hecho con nixtamal, sin azúcar u otros saborizantes.
En Michoacán, por ejemplo, los Purépechas consideran su preparación como un elemento fundamental que las mujeres deben saber para garantizar la estabilidad del matrimonio e inclusive, se dice, para no ser regresadas a la casa de sus padres. De este modo, el atole, está presente como alimento para la mujer que acaba de dar a luz, en los velorios, bautizos, y en las bodas.